miércoles, 21 de diciembre de 2011

Buscando mis agudos, los graves ya me los conozco

Imatge feta per Miki
El color. Lo veo constantemente, incluso cuando cierro lo ojos. Siempre ha estado presente en mí. Vital. Creo que es la gran medicina contra la mediocridad y contra los grises. Es el gran rescate y tiene que aplicarse en todos los conceptos vitales y como no en la creatividad. Permanentemente, ha formado y forma parte de la creación enriqueciendo cada expresión de nuestro hacer.

Cada color tiene su vibración y atendiendo a la teoría de la atracción o de los iguales, atraeremos con el todo lo que queramos, e incluso puede llegar a suplir carencias emocionales. No es casual que cuando estamos tristes nos vistamos de negro.

El color tiene que ser una herramienta para nosotros, para colorearnos, para potenciar la fuerza vital y sobre todo la harmonía.Pero hay ocasiones en que a veces no es suficiente colocarnos una camiseta verde para sentirnos mejor, entonces ¿Por qué no acudir a las flores para que traigan color a todo lo que  queramos?, por ejemplo, la voz. 
La voz es fuerza creativa. Es la manifestación del ser en la tierra. Aúna pensamiento con sentimiento y condiciona nuestra comunicación con el resto del mundo. Su potencia, su timbre, su sonido dice todo de nosotros, pero su color dice todo de aquel que canta. El color da el matiz al sonido de la voz, textura, tridimensionalidad, alma. Un cantante puede tener una voz potente pero si ésta carece de color, la intención al cantar no aparece y puede sentir que no puede expresarse, mermando su confianza en su propia creatividad.

Aquí es donde aparece en escena TURKEY BUSH. Es un remedio floral de Australia o del sistema de Bush. Esta flor o esencia aporta a nuestra creatividad aquel color que estando no aflora. Rompe con las limitaciones que nosotros mismos nos imponemos a nuestra capacidad de crear, de cantar.

Empiezo a tomármela, precisamente, por todo lo expuesto. En 15 días os cuento.

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